martes, 27 de enero de 2009

Altournatives en Newsweek

Altournatives ha sido entrevistada por la Newsweek como referente en el área de turismo slow.

A continuación reproducimos la nota.

06-01-2009 / El movimiento slow, que empezó en la comida, ya llegó a los viajes. Las nuevas formas del ocio proponen la reflexión y huyen de los tours masivos.

Por Julia Talevi y Rana Foroohar

Hay que navegar cinco días por los canales del Delta a bordo de un barco carguero del año ‘80 para vivir la experiencia de Villa Paranacito slow. Este pueblo de 5.000 habitantes, en el sur de Entre Ríos y a 182 km de Buenos Aires, es uno de los nuevos destinos del turismo lento. No tanto por el pueblo en sí, que tiene apenas un balneario municipal, algunas playitas privadas, un centro comercial de dos cuadras y un hospital al que se accede únicamente en bote, sino porque hay una travesía de 36 horas de navegación a 12 km/h en el “Bruma”.
El barco de Rosana Martelli y Carlos Serantes fue fabricado por artesanos en madera de lapacho y remodelado por ellos hace cinco años para explotarlo comercialmente. Rosana explica que lo divertido del programa es navegar despacio, parar, bañarse en los arroyos, cocinar durante el viaje y dormir a bordo, hasta llegar al destino para conocer a la gente del lugar. “El barco no es sólo un vehículo, sino que es otro mundo que te relaja”, dice Martelli.
El trayecto mismo es una parte clave del viaje. No importa que demande dieciocho veces más tiempo que ir en auto. Para Rosana y sus tripulantes, disfrutar del desayuno recién hecho en la popa mientras transitan alguno de los arroyos del delta es el fin, no el medio. Las travesías a Villa Paranacito en el “Bruma” se encuentran en la vanguardia de una popular nueva forma de viajar: lentamente.
Cuanto más agitada se vuelve la vida laboral, las vacaciones ocupan un lugar cada vez más importante en la vida. Cuando se hace una pausa, algunos quieren salir totalmente de la rutina. Al igual que el movimiento de la comida lenta animó a los comensales a saborear los alimentos y la manera en que son producidos, la moda de los viajes lentos promueve un estilo más reflexivo para salir de vacaciones. No sólo se refiere a los medios de transporte pausados y amigables con el medio ambiente —como el tren, los barcos, la bicicleta o la caminata—, sino también a la naturaleza misma de los viajes: son de menor alcance y se alajan de las rutas más trilladas. En el turismo slow se reemplaza el clásico viaje en grupo a los 10 destinos más importantes de Europa por una caminata hecha a medida a través de sitios específicos.
En general, implica espacios más silenciosos e íntimos, como hoteles boutique cálidos o intercambios de departamentos de alto nivel. En la Argentina, Mar de las Pampas fue la primera ciudad en autoproclamarse slow. Con señal de celular sólo en la playa y calles de tierra, los fundadores quieren preservar el pueblo: impulsan que no se use el auto y enseñan a sus visitantes el cambio cultural en donde el turismo ya no tiene horarios y se respetan los tiempos individuales. Para llegar a algunas playas hay que atravesar, a paso lento, grandes médanos nativos.
Alejandro Creus es director de la agencia de viajes Altournatives y hace tres años comenzó a desarrollar en Buenos Aires destinos slow. Primero para los europeos, pero después para los viajeros locales. “El argentino es muy bueno en copiar las cosas, o en hacer propios los movimientos que se ponen de moda en otro lugar. Hoy está a la vanguardia del turismo slow en toda Latinoamérica”, cuenta.
Cada vez más, las personas viven para las vacaciones. Aprovechan cada día libre asignado, y negocian más tiempo con sus empleadores para disfrutar. Los viajes actuales son narrativas más orgánicas, y el viajero es el narrador. Navin Sawhney, vicepresidente en jefe de la agencia de viajes Tauck World Discovery, en Estados Unidos, dice que “los turistas ahora consideran los viajes como una forma de autoexpresión. No quieren volver con un objeto, ni siquiera con una imagen, sino con una historia”. En Estados Unidos, la tendencia hacia las vacaciones pausadas y profundas, al igual que tantas otras, proviene de la generación de la posguerra. Son personas que trabajaron mucho y ahora tienen el dinero y el tiempo para divertirse. Como viajan desde que eran adolescentes, en lugar de visitar veinte países en veinte días, les interesa más pasar el rato en un rincón lejano de un solo país, interactuar con los locales, y probar nuevas costumbres. Creus cuenta que en su agencia arman viajes slow sólo para pequeños grupos porque “lo lento con lo masivo se llevan de punta. Es imposible respetar los tiempos de todos en un grupo grande”. Y cuenta que, por ejemplo, en vez de ir a comer empanadas a un restaurante típico del norte, organizan un día de campo en donde los viajeros hacen la masa de la empanada, las rellenan, prenden el horno de barro y las cocinan. “Así, además de comer, las personas se llevan un conocimiento gastronómico y realizan un intercambio cultural con la gente del lugar”, explica. La tendencia del crecimiento del turismo slow se empieza a reflejar en las nuevas campañas de marketing de la industria turística.
Alex Kyriakidis, socio gerente de la oficina de turismo mundial de Deloitte, cuenta que, por ejemplo, ahora “Grecia invita a las personas a ‘explorar sus sentidos’”. Los turistas obtienen una gran cantidad de tiempo y espacio para dar forma a sus días y ahondar en un tema, en lugar de rozar la superficie. Y además no necesariamente esta nueva forma de viajar es más cara que la anterior. Creus asegura que los precios son similares a un tour de cuatro estrellas masivo, pero con el beneficio del valor agregado de la atención personalizada. Nadie sabe cómo van a gastar finalmente el tiempo y el dinero esta masa creciente de viajeros. Lo que está claro es que las vacaciones tradicionales continuarán evolucionando, y se van a volver más personalizadas y profundas. Entre los viajeros, el sentido de urgencia —¡Escale el Kilimanjaro antes de que se derrita! ¡Vea la Capilla Sixtina antes de morir!—, que resulta tan habitual en el mundo laboral, está perdiendo intensidad. El mundo no va a desaparecer pronto. Y si al final no se conocen los 247 países del mundo, no importa: por lo menos se disfrutó el viaje.

Con William Underhill

Altournatives en La Razón

Altournatives fue consultada pro el diario "La Razón" en virtud de nuestro experiencia en viajes slows

A continuación reproducimos el link donde podrás encontrar la nota en cuestión.

http://www.larazon.com.ar/notas/2008/09/20/01764261.html

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